Yo fui Voluntaria


Está a punto de cumplirse un año desde que Almería fuera la sede del XX Encuentro Nacional de Cofradías Penitenciales de Semana Santa 2007 y no me parece tan lejano. Aquel Encuentro no sólo sirvió como reunión de cofrades venidos de muchos rincones del país, sino también para que parte de la juventud cofrade de Almería se conociera.

Muchos nos conocíamos de vista pero apenas habíamos cruzado dos palabras y de pronto allí estábamos, trabajando juntos y solucionando cualquier incidencia que surgiese con la gente de fuera.

Recuerdo la mañana del viernes, el primer día del Encuentro en que tenías que mirar la acreditación de mucha gente para saber sus nombres y, como por arte de magia, ese mismo a medio día reíamos y conversábamos animadamente en la mesa que teníamos reservada para nosotros a la hora de comer. El trabajo fue una constante y las bromas y el buen rollo lo aderezaban en todo momento.

El diluvio de la tarde no fue más que un nuevo reto que afrontar, una experiencia que aún ahora se comenta cuando nos volvemos a ver. Unos se quedaron achicando agua del auditorio, otros no pudimos ni volver a casa y tuvimos que refugiarnos donde pudimos hasta la hora de la cena en el pabellón. Allí fue la primera la cena y el catering que se ofreció, al ser de pie, nos permitió charlar con la gente venida de fuera con tranquilidad.

También me divertía mucho cuando íbamos en los autocares de un lado a otro y teníamos que estar pendientes tanto de que nadie se subiera en el autocar equivocado, como de explicar por donde íbamos pasando para que la gente pudiera conocer un poquito de nuestra ciudad. Ni el sueño matutino ni el cansancio nocturno pudieron con nosotros.

El sábado por la mañana, recogiendo a la gente en los hoteles todo eran comentarios sobre la jornada anterior y lo que nos deparaba ese día, comentarios sobre si amenazaba lluvia o no para ver si saldría la Procesión Extraordinaria. Por suerte el cielo nos respetó y esa tarde las puertas de San Agustín se abrieron para que la Virgen del Consuelo dejara prendados los corazones de los visitantes y, cómo no, de los almerienses que se acercaron a verla.



Tras ello, en la cena de La Salle empezó a respirarse cierta pena porque el final se acercaba. Los discursos y los agradecimientos surgieron cuando la velada terminaba. Mucha gente regresó a sus hoteles, pero hubo valientes que quisimos prolongar un rato más la noche ante de ir a descansar un rato antes de tener que volver al trabajo al día siguiente.

Y llegó el domingo. Con cansancio acumulado pero con las mismas ganas de hacer todo lo posible por agradar a los visitantes, los Voluntarios repartimos diplomas a los asistentes y nos tomamos un respiro, necesitábamos un buen café para estar despiertos y no pudimos disfrutar de unas mejores vistas que las que nos ofrecía la Plaza de la Catedral aquella bonita y soleada mañana de Septiembre. La última comida del Encuentro siguió salpicada de risas y también ya de satisfacción por los días vividos. Los Voluntarios tuvimos la suerte de poder disfrutar de tres días de intensa convivencia y trabajo.



Así pues, el XX Encuentro terminó, pero no por ello la relación entre nosotros. Se sucedieron varias quedadas bajo las excusas más variopintas como "cena oficial", donde la Organización y los Voluntarios intercambiamos impresiones sobre todo lo vivido; o la "cena no oficial" en la Casa-Hermandad del Silencio a la que se sumaron algunos "simpatizantes no Voluntarios", en la que terminamos jugando a las nominaciones cofrades como si de un Gran Hermano se tratase; y otra cena más en casa de Macarena con lluvia como telón de fondo y risas a más no poder.



Después nos seguimos viendo en los actos que organizaban las Hermandades hasta Navidad. Quisimos organizar una comida de Navidad pero no pudo ser. Así que terminamos yendo al "café de reyes", ya que a esas alturas de las fiestas era lo que mejor venía tanto para el estómago como para el bolsillo.



Y a partir de ahí... ni la Cuaresma ni la Semana Santa tardaron en llegar y con ello el seguir viéndonos aquí y allí.

En definitiva, el Encuentro fue una experiencia que abrió las puertas a que la juventud cofrade de nuestra ciudad compartiéramos días de trabajo y esfuerzo, de risas y largas tertulias... en definitiva que superáramos los prejuicios y nos conociéramos como personas en lugar de como miembros de tal o cual Hermandad.

Un 10 para el grupo de Voluntarios del XX Encuentro.


Foto de la "cena oficial" y fotos de la "cena no oficial" por Lola Haro.
Foto del grupo de Voluntarios (no estamos todos, pero fue imposible reunirnos para la foto): Guillermo Méndez.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
madre mia...que recuerdos...que dias...que cenas...y que risas...

dias inmejorables...
un abrazo a toos!
Lola Haro Gil ha dicho que…
Pues sí... muchos buenos ratos a raiz de aquello

:-)
Montesinaí ha dicho que…
Yo también tengo algo preparado para publicarlo el día 21, cuando comenzó todo.

Que recuerdos...
Lola Haro Gil ha dicho que…
¿si?,

¡qué bien! tengo ganas de ver tu "sorpresilla".
Anónimo ha dicho que…
hay que hacer otra quedada no oficial...jajaja
Lola Haro Gil ha dicho que…
¡Vaya!

va siendo hora de otra reunioncita de esas, a ver si la planeamos.
Montesinaí ha dicho que…
Un café antes de la salida de Rosario del Mar...?¿
Lo dejo caer...
TitItiTiI...
Lola Haro Gil ha dicho que…
No estaría mal, habrá que preparar uno de esos correillos de "llamamiento a los voluntarios", jejejeje